jueves, 16 de febrero de 2012

CAUTIVOS SIN HISTORIA.



CAUTIVOS SIN HISTORIA
Una mirada a los excluidos desde el arte

Por Fray Mario Alonso Aguado. Orden de la Merced.

La ciudad de Valladolid acostumbrada a celebrar congresos, simposios, convenciones, conferencias, exposiciones…acogió el pasado mes de noviembre la V Cumbre Mundial del Microcrédito. Al hilo de la mencionada cumbre los dos grandes museos de la ciudad, el Museo Nacional de Escultura y el Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo Español, programaron la exposición Figuras de la Exclusión. Una muestra que despertaba en el visitante una mirada plural hacia los marginados. En ella contemplamos diversas piezas artísticas que hacían referencia al mundo de los excluidos en la historia. Ante nuestros ojos advertimos, a través del espléndido mundo de la imagen, a pobres, enfermos, mendigos, huérfanos, heterodoxos, desterrados, judíos, herejes, indígenas, mártires, prostitutas, concubinas y …cautivos.


El objetivo de la exposición, en palabras de la directora del Museo Patio Herreriano, Cristina Fontaneda, fue el de suscitar un debate o reflexión sobre la exclusión “en distintas manifestaciones”, así como el de asistir a la evolución de las diversas manifestaciones artísticas que a lo largo del tiempo se han ocupado de este asunto. Por su parte, la directora del Museo Nacional Colegio San Gregorio, María Bolaños, nos precisó que el arte había puesto su principal foco de atención en personajes de gran relevancia y prestigio social o eclesial, tales como reyes, cortesanos, prelados, ricos y poderosos, pero acercarse a la historia “vista desde los de abajo”, como es el caso de esta exposición, es mucho más infrecuente.


Todo este colectivo de habitantes en el margen se plasma magistralmente a través de notables piezas artísticas del arte religioso que documentan con rigor la cruda realidad de la difícil y desgarrada España del Siglo de Oro. Un momento excepcionalmente rico para la cultura hispana, pero también un periodo en el que la exclusión vive un momento de gravedad en las minorías sociales, entre aquellos que son considerados inútiles a los ojos del mundo.
En el conjunto de excluidos, de la historia de la gente sin historia, cabe destacar a los cautivos. Ellos son pobres en grado sumo, pues hasta su persona y libertad pertenece a otro dueño. Ellos son también los grandes marginados en los tratados y estudios de iconografía mercedaria. No existe ningún historiador del arte de la Merced que haya dedicado un apartado o capítulo especifico a desarrollar en conjunto el modo en que son presentados los cautivos en las esculturas, pinturas, grabados, etc. que muestran las distintas imágenes de la Orden.
Partimos de la concepción de que las imágenes comunican llegando a superar los límites de la palabra escrita, siempre “nos dicen algo”. ¿Qué expresa aquello que aparece representado? ¿Cómo entiende y exhibe el artista al “otro”, en nuestro caso al cautivo? ¿Con qué finalidad son talladas, pintadas o grabadas las obras de arte y cuáles son las características fundamentales que poseen?


UN CASO EXCEPCIONAL:

Una pieza artística excepcional, de cautivos en la Merced, la hallamos en el relieve denominado “San Pedro Nolasco redimiendo cautivos”, perteneciente al retablo mayor de la iglesia del antiguo convento de la Merced de Valladolid y actualmente custodiado en el Museo Nacional de Escultura.

La historia nos dice que en el año 1597 Isaac de Juni, hijo del afamado Juan de Juni, firmó un contrato con los mercedarios de Valladolid para realizar el retablo de su templo. El fallecimiento del escultor hizo que el trabajo recayera en Pedro de la Cuadra, artista tardomanierista, coetáneo del gran Gregorio Fernández.

La obra forma parte de un conjunto de media docena de relieves que componían el retablo. En éste el escultor acerca, a quién contempla la escena, el cuarto voto de redención que cumplía la Merced. Constituye una perfecta instantánea de redención de cautivos cristianos, práctica generalizada en aquella época y fielmente reflejada en la literatura del momento.

Con clara intención didáctica la composición hace que reparemos en la importancia de la recolección de limosnas para poder llevar a cabo las redenciones. Observamos dos mitades. En un primer plano, a la derecha, como protagonista máximo, San Pedro Nolasco, el fundador de la Merced, con hábito y escudo mercedario, paga el rescate con las monedas que toma de su escapulario. Tras él, otro mercedario es testigo del hecho al tiempo que evidencia que el redentor nunca actuaba solo. A la izquierda, un mercader de cautivos, asentado en suntuosa almohadilla, recoge y cuenta las monedas. Junto a él otro mercedader, en este caso de color negro. Advertimos cierto exotismo y suntuosidad en sus atuendos y tocados. Ya en un segundo plano, en la parte posterior, reparamos en cuatro cautivos que van a ser liberados, los cuatro asienten con sus gestos y dos de ellos portan gruesas cadenas al cuello, elocuentes por sí mismas y sin necesidad de mayor explicación. Tocados con barretina catalana y vestidos al modo de sus captores, indicando así el riesgo real de apostasía. Los cautivos corrían el peligro de convertirse al islam en caso de no ser redimidos o no ser canjeados por otros.


Sin duda, una ocasión única para poder disfrutar de una página de historia mercedaria, a través de una creación artística que posee un mensaje bien claro: debemos valorar la libertad de la persona por encima de cualquier otra consideración
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