domingo, 26 de febrero de 2012

La Última Cena: el día del Amor fraterno y la 1ª Eucaristía.



VALLADOLID, JUEVES SANTO:

Queremos hacer un pequeño recorrido sobre la Pasión de Cristo durante esta Cuaresma. Serán pequeños apuntes sobre las últimas horas de Nuestro Señor para que cada uno de nosotros reflexione un poquito sobre lo que celebramos en esos días intensos de Semana Santa.


Todos, quien más quien menos, estamos inmersos en nuestras cofradías, en nuestras tareas como cofrades, en ir de acá para allá, procesiones, actos, ... y no debemos descuidar lo esencial y lo central de nuestra fe. Que es fundamental para luego salir a nuestras calles a dar testimonio anónimo y público de lo que somos realmente: Seguidores de Cristo.


Institución de la Eucaristía.


"Cuando llegó la hora, se puso a la mesa y los apóstoles con él. Y les dijo: -Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que no la volveré a comer hasta que tenga su cumplimiento en el Reino de Dios. Y tomando el cáliz, dio gracias y dijo: -Tomad y bebed; pues os digo que a partir de ahora no beberé del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios. Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: -Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía. Y del mismo modo el cáliz, después de haber cenado, diciendo: -Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros."


La liturgia de este día se centra en el recuerdo de la cena de despedida que Jesús realiza con sus discípulos y en los dos aconteci­mientos que en ella se desarrollan: el lavatorio de los pies y la institución de la eucaristía.
Ni los evangelistas, ni los exegetas se ponen de acuerdo si fue o no fue una cena pascual. No tiene mayor importancia, porque para nosotros lo esencial está en lo que va más allá del rito judío de la cena pascual. Esta Pascua no es ya la pascua de los judíos, será a partir de es momento la Primera Eucarístía Cristiana.


Es curioso que los tres evangelistas que narran la institución de la eucaristía, no hablen del lavatorio de los pies, y Juan que narra el lavatorio de los pies, no dice nada de la institución de la eucaristía. La verdad es que los dos signos expresan exactamente la misma realidad significada: la entrega total de sí mismo.

Tampoco sabemos el sentido exacto que quiso dar Jesús a aquellos gestos y palabras. La protesta de Pedro deja claro que, en aquel momento, los discípulos no entendieron nada.
Sin embargo, el recuerdo de lo que Jesús hizo en la última cena se convirtió muy pronto en el sacramento de nuestra fe. Y no sin razón, porque en esos gestos, en esas palabras está encerrado todo lo que fue Jesús durante su vida y todo lo que tenemos que llegar a ser nosotros como cristianos. Por eso la liturgia de este día es de las más densas de todo el año.

Debemos comenzar por tomar conciencia de la importancia de lo que celebramos, como la toma el evangelista Juan cuando ha hecho esa grandiosa obertura:

“Consciente Jesús de que había llegado su “hora”, la de pasar de este mundo al Padre, él que había amado a los suyos que estaban en medio del mundo, les demostró su amor hasta el final”

Pero no es menos sorprendente el final del relato:

“¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el “Maestro” y el “Señor”; y decís bien, porque lo soy. Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, sabed que también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”.


En estas dos frases tenemos la clave de la celebración de hoy, acordémonos el Jueves Santo.

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